A través de esta inocente pregunta, versión anacrónica del «¿Estudias o Trabajas?», me disponía a pasar el fin de año con amigos en la Val d’Aran. Cámara de fotos estropeada, una excusa perfecta para dedicarme a la acción placentera de esquiar en pistas, sociabilizar en ellas, comer y beber gin tonics de Norit. De esos que mientras te los preparan desprenden sensuales notas burbujeantes de pureza cítrica y frescura.
Tan sólo resistí un día en pistas… Mi mente estaba turbada e incapacitada para poder pensar en ellas, no por las prolíficas acciones nocturnas, sino por la imposibilidad de encontrar un sitio donde poder trazar una línea sobre papel en blanco.
Así que eché todos los planes al traste y me pillé las focas, optando por socializar con los rudos montañeros, los que ya sabían que el buen polvo estaba a partir de 2.200 metros. Allí donde ya se podían trazar las líneas sobre blanco para liberar mi mente, después de tan tortuosa experiencia de notas burbujeantes.
¿Esquías o trabajas? – pregunto… – No Puretilla! Hago Snowboard!!!