Divina ignorancia. Couloir de la Fourche, Midi d’Ossau |

Ando absorto en mis propios pensamientos, he olvidado ponerme el protector labial y como siempre de extender por toda la cara la crema solar. No soy consciente del reto que hoy nos espera, ya que llegué ayer con retraso al bar donde se deciden todas estas fechorías montañeras. «Mañana vamos a La Fourche, está cerca de Formigal,un corredor,…, a ver si le podemos meter». El mal de amores debió ser el culpable, ayer no me enteré bien de que trataría la actividad de hoy. Pero aquí estamos, divisando la imponente silueta de un montañote negro rocoso, sobresaliendo ante el resto, con un couloir blanco en el medio, que tan sólo verlo, cautiva tu romanticismo pirenaico.

Hoy la insolación será el menor de todos los males. La base del corredor está toda barrida de bolos de antiguas purgas, y por toda la parte derecha hay un desagüe en el que cabe una persona, que rompe la continuidad de la bajada, añadiéndole dificultad al descenso con menos espacio para maniobrar. Vemos un par de esquiadores que se nos han adelantado, y un grupo de escaladores que ya están casi en la base del corredor. Eso nos anima a seguir con nuestro reto. No somos los únicos tontos del día.

Buscamos por la parte izquierda, que no está llena de bolos, la nieve más limpia para progresar con los esquís hasta que llegamos bajo unas rocas, calzamos crampones y piolet. Cruzamos hacia la parte derecha del corredor, donde aprovechamos el canal de desagüe que está más duro, para así progresar más rápido. Todo nuestro cuerpo cabe allí dentro. Atravesamos el punto más pendiente, donde se suele hacer una rimaya, me agarro bien al piolet y miro para abajo… Buf! Esto es otra liga. Pero confío en mis compañeros Chus y Salva, ellos saben de que va el tema.

El sol empieza a castigar, el sudor a caer a chorro del esfuerzo y la tensión, puedes oler la roca, la nieve fundiendo. Llegamos ya al collado y me dicen mis compañeros: «asómate, la cara norte del Midi D’Ossau». Como un tonto, me asomo y me pongo a buscar otra montaña en el horizonte, sin encontrarla decido desistir, ya que mi cerebro no está irrigado por suficiente sangre, porque toda ella está apretando el esfínter anal, al ver el ambiente de la bajada que nos espera con material de telemark.

Un gentil montañero nos deja una cuerda por si la necesitamos en la bajada. Por suerte no nos hizo falta, ya que la nieve estaba más blanda de lo que previmos. Desde aquí muchas gracias chicos, aunque os estuvimos rato esperando, no os vimos en la bajada, supusimos que estabais en el refu de la Pombie, y allí os dejamos la cuerda.

Primeros giros arriba, parece factible, pero de repente, al llegar la parte tiesa, ves que es pendiente de verdad, te quedas parado, y casi sin alargar la mano tocas la montaña. Poquito a poquito vamos haciendo por turnos, refugiándonos tras las rocas, para así evitar las purgas de nieve que caen provocadas durante la bajada por nuestros esquís, tratando con sumo cuidado de no caer dentro de ese canal de desagüe. Atravesamos la rimaya, yo con mi estilo patán característico, buscando la efectividad sin estilo. Hasta que llegamos abajo. No estuvo fácil, pero lo conseguimos.

Total poquitos giros en telemark, salvo al final que la cosa se relajó un poco. Al llegar abajo los fantásticos esquiadores de pendiente, Chus y Salva me dicen: «Mira noi! El Midi d’Ossau,…, La Fourche» – apuntando hacia La Montaña, con el corredor en el medio. En ese momento se despierta mi divina ignorancia: «No me digas,…, no tenía ni idea de que este era el Midi d’Ossau, las míticas bajadas de Fidel Mendia, Esquí Libre, La Meteo que viene, Javi Yera…». No era de extrañar que el tema fuese de nivel. Esa gente son muy buenos, ves las fotos, y dónde las hacen, cualquiera saca la cámara en el tramito aquel de 50 grados. Tanto leído sobre esa mítica montaña, y hemos encontrado un día que se ha dejado esquiar. Buf! Por más aventuras alpinas y por no estar tan absorto en mis pensamientos.